Nuevo libro El Recinto Circular de Laura San Segundo

El punto de partida de El recinto circular es mi fascinación hacia la capacidad de nuestra mente para generar imágenes sin una intervención consciente o racional, especialmente cuando meditamos, nos distraemos, nos quedamos absortos, o en un estado de duermevela; y la relación residual que esas imágenes pueden tener con la realidad.

Me propuse representar la idiosincrasia de esos pensamientos y visiones inconscientes a través de la utilización de los códigos particulares con los que operan: la fragmentación, la repetición, el bucle, los saltos temporales, imágenes como ecos de otras imágenes, escaleras que no llevan a ninguna parte, paisajes como lugares mentales y elementos que desaparecen y aparecen transformados en otra cosa. La serie resultante –formada por fotografías que hice en Islandia, fotografías que he tomado en los últimos años e imágenes encontradas en anticuarios– plantea cómo no solamente esas visiones o procesos mentales inconscientes pueden alterar el significado inherente de una imagen o elemento a través de símbolos, sino también la propia edición fotográfica; ese diálogo que se establece entre imágenes diferentes.

De alguna manera, es el propósito de traducir una experiencia en cierto modo intangible a imágenes, teniendo presente de forma constante ese estado mental en el que ver y dejar de ver o pensar y dejar de pensar se vuelve incontrolable; en el que queremos ver algo, pero se nos escapa, o se emborrona, o se oculta; o en el que queremos dejar de ver algo, y se nos aparece una y otra vez.

La referencia con la que articulo el proyecto a través del título es un relato que escribe Jorge Luis Borges en 1940, Las ruinas circulares, donde un hombre llega a unas ruinas en la selva –el recinto circular– con el propósito sobrenatural de crear a otro hombre en sueños. Un proyecto mágico para el que solamente tenía que dormir y soñar, y que concluye al darse cuenta de que él también era un hombre en el sueño de otro hombre que lo soñaba.

Como en el relato de Borges, ese solapamiento que habla de la realidad dentro del sueño y del sueño dentro de otro sueño es la sensación sobre la que gravita mi trabajo, una serie de imágenes donde el tiempo de alguna manera ha quedado suspendido. Sin una narración posible, lo que queda es la sensación confusa de que lo que vemos parece no ser real, sino inconsciente. Las imágenes funcionan, así, como sedimentos sin una conexión espacial o temporal que, arrastrados por un río, acaban encontrándose en otro lugar o acumulándose en una grieta.